Un sábado soleado tiene su encanto, ¿no? La luz del sol le da ese toque especial a todo lo que toca, especialmente en mi barrio, donde la historia y la arquitectura se combinan de manera única. Hoy, mientras caminaba por esas calles que tanto adoro, no pude evitar notar cómo la luz transformaba cada edificio, resaltando detalles que quizás pasen desapercibidos en un día nublado.
Exquisito edificio de Balcarce, iluminado y eterno.
La luz en la arquitectura no es solo algo estético; es la chispa que le da vida a cada espacio. Cada rayo de sol que se filtra entre los pocos árboles que quedan y acaricia una fachada, cada sombra que se proyecta y juega con las texturas, cuenta una historia distinta. Es como si la luz tuviera el poder de revelar secretos escondidos en las paredes, detalles que solo se ven cuando el sol decide ponerse en el ángulo perfecto.
Caminar por el barrio es como ver una obra de arte en constante cambio. A medida que avanza el día, la luz va modificando la escena, mostrando nuevos ángulos, nuevos colores, nuevas texturas. Es en esos momentos, cuando la luz y la arquitectura se encuentran, donde ocurre la magia.
Otro exquisito edificio, sobre Bolívar, esquina Carlos Calvo.
Así que, la próxima vez que pasees por estas calles, prestale atención a la luz. Fijate en cómo transforma todo a su paso, cómo resalta lo que normalmente pasa desapercibido. Y, si podés, detené un momento la marcha y disfrutá de la belleza de lo simple.
Te dejo algunas fotos que tomé hoy, en la esquina de Bolívar con Carlos Calvo y Balcarce. Espero que las disfrutes tanto como yo disfruté capturarlas. ¡Nos vemos en la próxima caminata por San Telmo!
Commentaires