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Foto del escritorJimena Amaya

Caminar con churros de dulce de leche


 

Tengo la bella costumbre de mirar siempre para arriba intentando adivinar espacios, interiores, distribución, pisos y detalles; mientras camino comiendo churros también analizo información:


Carlos Calvo y el gato.


San Telmo, con 72 manzanas, tiene una oferta de departamentos en venta, entre nuevos, usados y los siempre tan solicitados y deseados PH, de 1.194 unidades, lo que da un ratio de 16 inmuebles a la venta por manzana. De pronto la cuenta matemática hace que me tropiece con un adoquín; pero recupero la marcha.


¡Ay!, la encantadora y antigua costumbre de pasear por las calles admirando cúpulas, imaginando espacios y distribuciones. En un mundo lleno de prisas y bullicios, dar un paseo de contemplación para apreciar las maravillas arquitectónicas que nos rodean es una manera encantadora de liberarse de la monotonía de la vida diaria.


Hay senderos adoquinados por varias calles principales (sí, esos mismos que hacen que me tropiece) y mientras me pierdo en las hazañas arquitectónicas como símbolo de la creatividad y el ingenio humano, libero mis ideas pensando que cada una cuenta una historia única del pasado y del presente. Paro a comprar churros en "Que Churro", sobre Av. San Juan.


Mis ojos se ven naturalmente atraídos por los intrincados detalles de los edificios, la interacción de luces y sombras y el flujo armonioso de los espacios. Cada esquina doblada presenta una nueva perspectiva, una nueva aventura para el alma curiosa. Voy llegando a destino y pienso que no me tengo que olvidar de pedir servilletas; creo que dos churros van a estar bien.


Los compro y voy caminando para el lado de Parque Lezama, me gusta estar rodeada de verde y personas haciendo cosas o nada. Vuelvo al pensamiento, hay cierta magia en observar cómo se diseñan y estructuran los espacios para evocar diferentes sentimientos y emociones. Por ejemplo: la forma en que un pasillo estrecho conduce a un ph interno, o cómo una gran escalera llama la atención al entrar; quizás por su mármol de Carrara, no son únicamente elementos arquitectónicos, sino invitaciones a experimentar el mundo bajo cierta sutileza, lo presente.


En un mundo donde reinan las distracciones digitales, el simple acto de caminar y observar puede ser una acción revolucionaria de atención plena y apreciación. Nos permite reducir la velocidad, reconectarnos con nuestro entorno, sentirnos parte de una comunidad, respirar pertenencia y ver la belleza en lo cotidiano.


Por eso entre balcón y balcón, miro y me pregunto al estilo Carrie Bradshaw, ¿cuántos detalles hay en los 1.194 inmuebles hoy publicados a la venta?, miro de forma panorámica la plaza buscando un banco...me doy cuenta de que no compré café, voy al pasto.


San Telmo Barrio, siempre caminando.

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