top of page
Foto del escritorJimena Amaya

El silencio: cuando las emociones hablan sin decir una palabra


 

Hoy amanecí en cama, me toca una de esas veces en que el cuerpo te frena, te pide que pares, como si necesitara que pongas todo en pausa para poder pensar con más claridad. Entre el descanso obligado y las sábanas revueltas, mi cabeza se puso en modo reflexivo. Me puse a pensar en cómo nos relacionamos, no solo con la vida, sino también con lo que hacemos. Pensé en cómo, el ritmo loco del día a día, a veces se nos escapan los pequeños detalles. Y así, como por arte de magia, llegué a un tema que me toca de cerca: la observación, esa habilidad silenciosa pero tan esencial en el mundo inmobiliario.


Te lo cuento porque es algo que me pasa seguido. Llevás a un potencial comprador a ver una propiedad, esa casa que vos sabés que es perfecta para ellos. Entramos, recorremos cada ambiente, pero el cliente… silencio absoluto. No un “qué lindo”, no una sonrisa, ni un mínimo gesto que me haga saber qué está pensando. Y claro, en esos momentos te empezás a preguntar: ¿Le gustó o estoy perdiendo el tiempo?


Pero ahí está el truco, y fue lo que me vino a la cabeza esta mañana entre almohadas: no siempre lo que no se dice es desinterés. Y acá es donde entra el arte de la observación. Porque las emociones no siempre vienen envueltas en papel brillante con un gran cartel que diga “me encanta”. A veces, están escondidas en gestos mínimos, casi imperceptibles. No te lo dicen con palabras, pero te lo están mostrando de otra manera.



¿Sabés lo que pasa cuando llevás a un cliente a ver una propiedad y no dice ni una palabra? Caminan por el living, miran las ventanas, tocan la cocina, pero… cero emoción. Como corredora inmobiliaria, ese silencio puede ser desconcertante. ¿Qué está pensando? ¿Le gustó? ¿No? Es fácil caer en la trampa de creer que si no lo dicen, no les interesa. Pero, la verdad, el silencio también habla. Y muchas veces, dice más de lo que creemos.


A veces, las emociones no se demuestran de la manera que esperamos. Hay clientes que no son de sonreír o de decir “¡me encanta!”. No porque no les guste, sino porque están procesando. Cada uno vive el momento de manera distinta. Quizás están evaluando en silencio, pensando en su presupuesto, en la mudanza, en el futuro que se abre con esa decisión. No siempre la falta de gestos es sinónimo de desinterés.


¿Qué desencadena esta falta de demostración?

Las razones pueden ser tan diversas como personas existen. Algunos se guardan el entusiasmo para no parecer demasiado interesados y creen que eso les da ventaja en la negociación. Otros están en plena lucha interna: cambiar de casa es una decisión grande, emocional. Puede haber apego a su hogar actual, miedo a lo nuevo, o simplemente están calculando todo en su cabeza.


Lo importante acá no es si nos muestran abiertamente sus emociones. Lo que importa son las actitudes que vienen después. El compromiso que muestran con cada pregunta, con cada detalle que piden, con cada vuelta que quieren darle a la propiedad. Eso es lo que realmente nos revela el interés.


La clave: la conexión humana

En esta profesión, no solo vendemos casas, vendemos historias, sueños, futuros. Y persona que visita se relaciona con este proceso de manera diferente. Algunos se abren de inmediato, otros necesitan tiempo. Entonces, más que esperar emociones efusivas, nuestro desafío está en construir confianza, en ofrecer un espacio seguro donde el cliente se sienta cómodo para mostrar lo que realmente siente, aunque sea de a poco.


Es fácil quedarse con la idea de que el visitante que sonríe y elogia cada detalle es el que más interés tiene. Pero la realidad es mucho más compleja. He tenido clientes que parecían indiferentes, callados, casi desinteresados… y días después, me llamaron para hacer una oferta seria. Y también he visto a otros que parecían enamorados de la propiedad en la primera visita, solo para desaparecer después.


Entonces, ¿qué deberíamos observar realmente?

Las actitudes. Esos gestos chiquitos que cuentan una historia propia. Capaz no te dicen que la cocina les fascina, pero preguntan sobre la luz, sobre los materiales, sobre la orientación de la casa. Tal vez no te elogian el barrio, pero te consultan por las escuelas cercanas o por el transporte público. Son señales claras de que están considerando seriamente la propiedad, aunque no lo expresen con palabras.


El poder de la escucha activa

Nuestro trabajo va mucho más allá de mostrar propiedades. Tenemos que aprender a observar y escuchar. Y a veces, la mejor manera de entender al potencial cliente es en esos silencios. En ese momento en que se quedan quietos, mirando, imaginando su vida en ese espacio.


Porque comprar o vender una propiedad es, ante todo, una decisión emocional. Está cargada de cambios, de nuevos comienzos, de cerrar etapas. Y muchas veces, esa presión es tan grande que el cliente se cierra, no porque no esté interesado, sino porque aún está lidiando con lo que significa para ellos ese paso.


Leer lo invisible

La profesión inmobiliaria es sobre personas, no solo propiedades. Y si nos quedamos solo con lo que nos muestran de manera explícita, nos perdemos gran parte de la historia. Aprender a leer lo que no se dice, esas pequeñas señales, nos permite conectar mejor, entender qué necesitan realmente y acompañarlos en su decisión con empatía y paciencia.


Aprendí que no podemos quedarnos solo con lo evidente, con lo que se dice abiertamente. Hay que aprender a leer lo invisible. A escuchar lo que no se dice. A prestar atención a esos detalles que no están en las palabras pero que dicen mucho más. He tenido clientes que después de una visita silenciosa, me llamaron al otro día con una decisión tomada, y otros que parecían enamorados a primera vista, y nunca más los vi.


Al final, no siempre es la demostración lo que importa. A veces, el verdadero interés está en lo que no se expresa de forma directa, pero se filtra en las actitudes, en esas miradas que no podés ignorar. Porque en la vida, y en la profesión, no todo es lo que se dice en voz alta. A veces, las mejores historias se cuentan en los silencios.


Y mientras me quedo en cama un ratito más, sigo pensando: qué increíble es cuando descubrís que el verdadero arte de este trabajo no es solo mostrar propiedades, sino escuchar lo que no se dice. Ahí está la clave.

35 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
bottom of page